Vamos por el mundo en busca de nuestros sueños e ideales. Muchas veces colocamos en lugares inaccesibles todo aquello que está al alcance de las manos. Cuando descubrimos el error, sentimos que perdemos el tiempo buscando más o que ya perdimos.
Nos culpamos por los pasos equivocados, por la búsqueda inútil, por el disgusto que causamos. No es del todo así: aún cuando el tesoro estuviera enterrado en tu casa, sólo podrías descubrirlo al alejarte. Si Pedro no hubiera experimentado el dolor de la negación, no hubiera sido elegido como jefe de la Iglesia. Si el hijo pródigo no hubiese abandonado todo, jamás hubiera sido recibido con alegría por su padre.
Existen ciertas cosas en nuestras vidas que traen un sello que dice: "Sólo entenderás mi valor cuando me hayas perdido y recuperado". De nada sirve querer acortar este camino.
Inédito
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